En un trabajo sobre el proceso de consentimiento informado, Simón Lorda y Júdez Gutiérrez definen el denominado «formulario de consentimiento informado» del siguiente modo:
Documento escrito que recoge de forma sencilla la información más relevante sobre un procedimiento y registra la conformidad del paciente o su representante legal a la realización de dicho procedimiento.
¡¿De forma sencilla?! Muchos de los trabajos que se han realizado sobre este tema envidencian que los documentos o formularios de consentimiento informado (DCI) resultan, en general, difíciles de leer y comprender para el ciudadano medio(1,2,3,4,5,6). Si bien, ante esta situación de desamparo informativo impreso, se suele alegar que ningún DCI sustituye a una información verbal clara, comprensible y veraz1. Pero ¿la información verbal que se proporciona a los pacientes, familiares o representantes legales es siempre clara, comprensible, conforme a su nivel sociocultural, y la actitud del facultativo invita, también siempre, a plantear las dudas surgidas durante el proceso de información?
Es cierto que cada vez con más ímpetu se busca implicar a los propios pacientes en la toma de decisiones y en su autonomía, desterrar el modelo paternalista en la relación entre médico y paciente, y elaborar DCI más legibles y comprensibles. Pero no menos cierto es el hecho de que aún son muchos los especialistas que reducen el proceso de consentimiento informado a un mero acto administrativo, falto de información adaptada a las necesidades del usuario, a quien se acostumbra despachar de la consulta con un DCI de legibilidad pésima y redacción incomprensible —convencidos de que es un instrumento de protección del profesional ante posibles demandas por parte del paciente—. Y para muestra un botón cedido por un particular, que lo guarda como oro en paño desde el 2011.
Resulta evidente que si los pacientes no reciben información verbal clara, comprensible, conforme a su nivel sociocultural, ni pueden leer ni comprender los DCI, su capacidad de decisión, su conformidad libre, voluntaria y consciente para que tenga lugar una actuación que afecta a su salud se verá, cuanto menos, mermada. De ahí que en las próximas entradas recoja una serie de recomendaciones para la elaboración de dichos documentos a fin de mejorar su legibilidad y comprensibilidad.
1 Ramírez-Puerta MR, Fernández-Fernández R, Frías-Pareja JC, Yuste-Ossorio ME, Narbona-Galdó S, Peñas-Maldonado L. Análisis de legibilidad de consentimientos informados en cuidados intensivos. Med Intensiva. 2013; 37(8): 503-9.
2 Casajús Pérez G, Mañas Segura A, Guardia Milá N. Legibilidad formal de los formularios de consentimiento informado. Enfermería Clínica. 2005;15(1):3-7
3 Vila JJ, Jiménez FM, Iñarrairaegui M, Prieto C, Nantes O, Borda F. Estudio del grado de entendimiento y aceptación por nuestros pacientes de los consentimientos informados utilizados para endoscopia. Rev Esp Enferm Dig. 2006;98:101-11.
4 Rubiera G, Arbizu R, Agúndez JJ, Riera JR. La legibilidad de los documentos de consentimiento informado en los hospitales de Asturias. Gac Sanit. 2004; 18(2): 153-8.
5 Jiménez C, Morales JL, Pereira MJ. Evaluación de la exhaus-tividad y la legibilidad de los documentos de consentimientoinformado en cirugía pediátrica. Cir Pediatr. 2000;14:53-6.
6 Pinto I, Vigil D. Legibilidad de los documentos de consentimiento informado en radiología vascular intervencionista. Radiología.1998;40:9-12.